Sintió un pinchazo en su brazo izquierdo. Se lo miró mientras el pequeño insecto volaba, como burlándose de él, perdiéndose en la espesura y dejándole una pequeña pero ardiente herida. Limpió la gota de sangre que salía de la picadura y continuó caminando. Minutos más tarde notó que la herida estaba mucho más inflamada, de un color violáceo. Se sintió afiebrado y con escasas fuerzas. Se sentó a la sombra de un árbol. Los ojos le ardían y tenía la lengua hinchada. Le costaba cada vez más respirar; su corazón estaba completamente desbocado. Perdió el conocimiento. Lo hallaron días después.
#noviembredecuento
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