El látigo restalló en el aire y cayó violentamente sobre su espalda. Era la enésima vez en el día. A veces era porque se desplazaba despacio, otras veces porque se detenía, otras veces para dar el ejemplo a sus compañeros. O simplemente porque al guardia se le daba la gana. Respiró profundamente para soportar el dolor. Su espalda ya era un mapa de cicatrices donde el látigo abría nuevos caminos cada día. En su mente sólo un pensamiento: la libertad. Empuja, trabaja, resiste, sobrevive. Algún día volverá a tener nombre y no será solamente un esclavo.
#noviembredecuento
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