La niña afroamericana pedía dulces en Noche de Brujas cuando recibió un disparo que la mató. Un adolescente blanco, ebrio, gritando consignas racistas, fue el autor del disparo. El cuerpo de la niña quedó tendido delante de la puerta de la casa del asesino. Enterados del hecho, gran cantidad de gente llegó al lugar. Dispuestos a hacer justicia o tomar venganza. Ni la policía los pudo detener. El cuerpo del homicida colgó del árbol más cercano. Alguien cortó la cuerda y éste cayó, como fruto podrido La familia de la niña no tiene consuelo. La del asesino, tampoco.
#noviembredecuento
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