sábado, 14 de mayo de 2016

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IV

El enfermero miró al hombre que habían traído un rato antes. Sus signos vitales no auguraban nada bueno y había que hacer algo para curar la herida que tenía en la cabeza. Habían seguido el protocolo que se solía utilizar para la ocasión pero el paciente no mostraba ninguna mejoría. Una maraña de cables iba del hombre hacia las distintas máquinas y se escuchaba claramente el sonido del respirador artificial invadiendo toda la sala.
En la sala había dos camas enfrentadas en las cuales sus respectivos ocupantes luchaban por sus vidas. El enfermero notó que había ocurrido un empeoramiento en el estado del paciente que había llegado allí luego de sufrir un accidente de tránsito. En cambio el otro, el del cráneo fracturado, no parecía empeorar. Se le hacía complicado trabajar en esa sala ya que desde que había llegado este último paciente les habían dejado un policía de consigna que observaba cada uno de los movimientos que realizaban enfermeros y médicos sobre el sujeto que yacía sobre la camilla.

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