viernes, 13 de mayo de 2016

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III

Apenas llegados al hospital, la mujer fue llamada aparte por el médico de guardia. El hombre, de unos cincuenta años, pelo entrecano y gruesos anteojos tenía un semblante serio, preocupado. La miraba fijamente. Estudiaba sus movimientos y gestos. Le hizo contar una y otra vez los detalles desde el momento en que su marido había llegado a su casa hasta cuando lo halló caído en la ducha. La mujer notó que el profesional dudaba de su versión de los hechos.
En este momento lo único que me interesa es que mi marido esté bien.
El médico levantó el tubo del teléfono que tenía sobre su escritorio, marcó velozmente un par de números y habló en voz muy baja con un interlocutor desconocido. Terminó la comunicación y se dirigió hacia ella.
Su marido está muy grave y no va a poder verlo por ahora.
¿Cómo?preguntó ella, nerviosa.
Señora, me temo que voy a tener que pedirle que se retire.
Tengo que ver a mi marido la mujer se acercó en forma brusca a la puerta de salida.
No va a poder ser
Abrió la puerta y detrás de ella, dos hombres corpulentos aguardaban.
Acompáñenla hasta la salida. dijo el médico con la primera sonrisa que había esbozado hasta el momento.
La mujer se resistió pero la fuerza de los dos sujetos era demasiada. Antes de que el médico cerrara la puerta pudo escuchar el "asegúrense de que no vuelva" con el que la despidió.

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